Muchos programas crean archivos temporales. Son ficheros de datos que, en circunstancias normales, después del trabajo deben borrarse del sistema. Pero desgraciadamente, esto no siempre ocurre así. Por ejemplo, si el ordenador se cuelga, todos los archivos temporales que se han generado en ese momento no son borrados, sino que se quedan “perdidos” en el disco duro. La consecuencia es que dichos archivos dejan de ser temporales, puesto que se quedan almacenados permanentemente.
Tampoco el Registro de configuraciones se libra de este problema. A menudo se crean y mantienen entradas innecesarias que pueden reducir en gran medida el rendimiento del ordenador.
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